lunes, 20 de abril de 2015

Distintas varas de medir

"Vamos condenando a una pobre mujer que con infinita bondad, buen corazón y generosidad atiende a mascotas abandonadas por gente cruel e insensible". "Es esta bendita mujer una heroína en generosidad y coraje civil". "Esta señora ha hecho una labor muy grande dando un hogar a estos perros abandonados". "La denuncia la hizo un ciclista que pasaba (seguramente un "guiri", que son muy aficionados aquí a meterse en lo que no les concierne). Se enterará además de que gatos sólo había tres, y de que el veterinario que atiende a la colonia ha certfificado el buen estado de salud de todos los animals, por lo tanto, cero peligro". Se preguntará, querido lector, quien es el autor de estas citas y a qué se refieren. Pues bien, les tengo que explicar que corresponden a lectores de la edición digital de El Mundo comentando una noticia surgida en Ibiza, donde la Policía Local de Sant Antoni descubrió una casa con 70 perros y 30 gatos en malas condiciones -a la intemperie, la mayoría sin identificar ni vacunar, alguno con sobrepeso y rodeados de excrementos-.
     La 'heroína', una mujer de avanzada edad, se dedicaba a recoger sin control alguno perros abandonados de la calle ya  acogerlos en su casa, situada en una zona residencial de chalets. Ahora se enfrenta a varias denuncias administrativas. Pronto los animalistas salieron en defensa de la señora en cuestión y esta actitud me descoloca. Lo hace porque cuando atacan a algún galguero que tiene a sus perros en perfectas condiciones, no rodeados de excrementos y a la intemperie, precisamente, le acusan de todo lo que hacía esta señora -tener los galgos sin microchip, hacinados en zulos, sin comer durante días...-. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones se ven a los perros musculados y contentos, pero los animalistas no esperan entonces a un informe veterinario. Simplemente se erigen en poseedores de la verdad absoluta y pontifican a los cuatro vientos sobre lo malos que somos, sin conocer absolutamente nada de nuestro deporte. ¡Qué distintas varas de medir utilizan!
     Los animalistas siguen a pies juntillas aquella cita del gran Groucho Marx, genio del esperpento, que decía: "Estos son mis principios. Si no les gustan tengo otros". A los galgueros se les aplica hasta la última coma de la legislación vigente, mientras que en casos como el de Ibiza, ya no es tan importante. No, señores, no. Ahora que está tan de moda abogar por la igualdad absoluta de cada ciudadano, hay que defender que todos somos iguales ante la ley y como nos encontramos en un Estado de Derecho, esta señora y algunas protectoras que mantienen a los perros y gatos en condiciones insalubres deben asumir las responsabilidades que correspondan.
     Hay que alzar la voz ante estas distintas varas de medir, porque los animalistas están criminalizando a un sector de miles de personas, en el que, como en todas las colectividades hay personas sin escrúpulos, pero que en la mayor parte de las ocasiones se trata de galgueros que tienen una forma de vida distinta a los animalistas y que éstos no pueden o no quieren entender.
     Por fortuna, atrás quedaron los tiempos de necesidad en el que los galgos eran una fuente para conseguir alimento, eran un animal que se medía por su eficacia en la caza y así se les trataba. Ahora, le pese a quien le pese, es un deporte, reconocido por el Consejo Superior de Deportes, con sus correspondientes reglamentos y normativas.
     Por todo ello, nadie tiene derecho a criminalizarnos y mucho menos personas que, en muchos casos, priman los intereses de los animales por encima del de las personas. Hay que rebelarse contra un acoso inmerecido e injusto. Somos deportistas, amantes de los animales y, sobre todo, personas... como ellos.

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